viernes, 24 de febrero de 2012

Una nueva educación






Llevamos mucho tiempo, siglos, educando la razón desde la razón misma. Centrados en métodos que hemos llamado objetivos
cuando solo son medios que han perdido su finalidad última. La finalidad de crear un mundo armonioso y pacífico. Los resultados están a la vista. La lógica no ha podido evitar masacres, violencia, contaminación, guerras y desastres ambientales. La lógica no ha hecho felices a los habitantes del planeta ni al planeta mismo. En pos de educar al niño hemos olvidado al niño mismo y todo lo que él es en nosotros mismos: la sonrisa, el juego, el amor.

¿Qué más se necesita para crear un mundo feliz? Conocer desde el amor es el verdadero aprendizaje, amar es aprehender el objeto del conocimiento, fusionarse con él en un nuevo tipo de relacionamiento que supera por lejos las capacidades del intelecto. El intelecto se transforma a la luz del amor. Un ser que ama, que está sanamente en comunión con su niñez primordial, podrá expandir todas sus capacidades humanas de una forma maravillosa, incluido el intelecto. No se trata de elegir entre el corazón y la razón sino de darles su prioridad. De nada valen
todos los conocimientos del mundo si no hay un corazón que alumbre ese saber, que les de significado. Podrás olvidar una fórmula matemática o una regla ortográfica que no tenían sentido en tu vida, pero nunca olvidarás lo que amaste alguna vez.
La tarea que se propone es “aprender a amar lo que aprendemos para realmente poder aprenderlo”. La capacidad de asombro es eso que coloca al niño en una posición privilegiada para sentir el amor y por ende para aprender. El asombro es una suerte de admiración por lo que se descubre, una admiración que es la puerta abierta a la experiencia amorosa. Los conocimientos que entren por esa puerta difícilmente se olviden porque serán conocimientos auténticos, de fusión y no de simple y rutinaria observación. Esa es la actitud que trae aparejada una educación holística. Pero no a la inversa. Aclaremos este punto. La propia naturaleza del ser humano, que se manifiesta plenamente en la primera infancia, es holística. El holismo es una comprensión abarcativa y significativa de la experiencia humana. A eso me refiero cuando digo que no puede ser a la inversa. No es que eduquemos de un modo holístico para instalar una actitud determinada, sino que si queremos educar de acuerdo a lo que requiere la naturaleza humana debemos hacerlo de forma holística. Si observas a un niño verás que pasa de leer un cuento a picar papel, oler una flor, meter las manos en la tierra, hacer un dibujo, correr por la habitación con una fluidez asombrosa. Y haciendo eso se siente feliz. Eso es la fluidez. Esta siguiendo los impulsos de su corazón y de su asombro amoroso por lo que lo rodea. Algunos han llamado a esta fluidez déficit atencional. Yo siento que esta fluidez está pidiendo a gritos una educación holística y que el déficit no está en el niño sino en los sistemas mediante los cuales se pretende enseñarles.
Desde el “iluminismo” para acá hemos venido haciendo una increíble disección del saber en tantas materias y especialidades que por momentos suenan hasta ridículas. Por momentos me gusta imaginar la cara de Platón parado frente a la cartelera de unaUniversidad de nuestros días.
Es tiempo de reunir lo que hemos separado. Ya estuvo bien, si consideramos que esa separación, esa disección nos sirvió para ampliar la experiencia. Pero ya está, ahora debemos empezar a ordenar y rearmar el cuerpo, es hora de integrar y darle un sentido a ese viaje exploratorio que venimos haciendo desde hace siglos. Todo tiene que volver a confluir en la meta que nos propusimos como humanidad al momento de realizar la separación: aumentar la felicidad en el planeta y aún en el universo si tenemos la humildad de reconocer que no estamos solos. Es tiempo de dialogar, relacionar, pensar juntos, sentir juntos y por sobre todas las cosas actuar juntos. Es tiempo de bajar las armas, derribar las resistencias y dejar que el amor entre a raudales en la educación. Es tiempo de escucharnos, de abrazarnos, de sentirnos como solidarios compañeros de viaje. Podemos relajarnos, quitarnos el apretado corset de los programas y dejar que fluya de una vez por todas el verdadero conocimiento.
Pasemos la prioridad a sentir como podemos estar felices mientras educamos y somos educados. Eduquémonos desde la risa, el juego y el amor. Y por sobre todas las cosas eduquémonos para la risa, el juego y el amor. El conocimiento se sentirá a gusto en un ambiente así y vendrá solito.

(Extracto del libro Juego,yoga y expresión para niños)

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